12/10/10

Que es el fascismo: historia y videos explicativos desde el punto de vista sovietico comunista



El fascismo es una ideología y un movimiento político que surgió en la Europa de entreguerras (1918-1939). El término proviene del italiano fascio (‘haz, fasces’), y éste a su vez del latín fasces (plural de fascis).

El proyecto político del fascismo es instaurar un corporativismo estatal totalitario y una economía dirigista, mientras su base intelectual plantea una sumisión de la razón a la voluntad y la acción, un nacionalismo fuertemente identitario con componentes victimistas que conduce a la violencia contra los que se definen como enemigos por un eficaz aparato de propaganda, un componente social interclasista, y una negación a ubicarse en el espectro político (izquierdas o derechas), lo que no impide que habitualmente la historiografía y la ciencia política sitúen al fascismo en la extrema derecha y le relacionen con la plutocracia, identificándolo algunas veces como un capitalismo de Estado,[3] o bien lo identifique como una variante chovinista del socialismo de Estado

Se presenta como una «tercera vía» o «tercera posición»[5] que se opone radicalmente tanto a la democracia liberal en crisis (la forma de gobierno que representaba los valores de los vencedores en la Primera Guerra Mundial, como Inglaterra, Francia o Estados Unidos, a los que considera «decadentes») como al movimiento obrero tradicional en ascenso (anarquista o marxista, este último escindido a su vez entre la socialdemocracia y el comunismo, que desde 1917 tenía como referente al proyecto de Estado socialista que se estaba desarrollando en la Unión Soviética); aunque el número de las ideologías contra las que se afirma es más amplio:

El fascismo tiene sus enemigos agrupados en estos tres frentes: el social-comunista, el demoliberal-masónico y el populismo católico.

Revista F. E. 1933 [9]
El concepto de «régimen fascista» puede aplicarse a algunos regímenes políticos totalitarios o autoritarios[6] de la Europa de entreguerras y a prácticamente todos los que se impusieron por las potencias del Eje durante su ocupación del continente durante la Segunda Guerra Mundial.

De un modo destacado y en primer lugar a la Italia fascista de Benito Mussolini (1922) que inaugura el modelo y acuña el término; seguida por la Alemania del III Reich de Adolf Hitler (1933) que lo lleva a sus últimas consecuencias; y, cerrando el ciclo, la España Nacional de Francisco Franco que se prolonga mucho más tiempo y evoluciona fuera del periodo (desde 1936 hasta 1975). Las diferencias de planteamientos ideológicos y trayectorias históricas entre cada uno de estos regímenes son notables. Por ejemplo, el fascismo en la Alemania nazi o nacional-socialismo añade un importante componente racista, que sólo es adoptado en un segundo momento y con mucho menor fundamento por el fascismo italiano y el resto de movimientos fascistas o fascistizantes. Para muchos de estos el componente religioso (católico u ortodoxo según el caso) fue mucho más esencial, tanto que Trevor-Roper ha podido definir el término fascismo clerical (entre los que estaría el nacionalcatolicismo español).

Puede considerarse que el fascismo italiano es un totalitarismo centrado en el Estado:

El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.
Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado

Mientras que el nazismo alemán está centrado en la raza identificada con el pueblo (Volk) o Volksgemeinschaft (interpretable como comunidad del pueblo o comunidad de raza, o incluso como expresión del apoyo popular al Partido y al Estado):

Ein Volk, ein Reich, ein Führer! «¡Un Pueblo, un Imperio, un Guía!»

También se pueden encontrar elementos del fascismo fuera del período de entreguerras, tanto antes como después. Un claro precedente del fascismo fue la organización Action Française (Acción Francesa, 1898), cuyo principal líder fue Charles Maurras; contaba con un ala juvenil violenta llamada los Camelots du Roi y se sustentaba en una ideología ultranacionalista, reaccionaria, fundamentalista católica y antisemita. Con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial reaparecieron movimientos políticos minoritarios, en la mayor parte de los casos marginales (denominados neofascistas o neonazis), que reproducen idénticos o similares planteamientos, o que mimetizan su estética y su retórica; a pesar de (o precisamente como reacción a) la intensa demonización a que se sometió a la ideología y a los regímenes fascistas, considerados principales responsables de la guerra que condujo a algunos de los mayores desastres humanos de la historia. En muchos países hay legislaciones que prohíben o limitan su existencia, sus actuaciones (especialmente el denominado crimen de odio), su propaganda (especialmente el negacionismo del Holocausto) o la exhibición de sus símbolos.

El fascismo es una ideología política fundamentada en un proyecto de unidad monolítica denominado corporativismo, por ello exalta la idea de nación frente a la de individuo o clase; suprime la discrepancia política en beneficio de un partido único y los localismos en beneficio del centralismo; y propone como ideal la construcción de una utópica sociedad perfecta, denominada cuerpo social, formado por cuerpos intermedios y sus representantes unificados por el gobierno central, y que este designaba para representar a la sociedad.

Para ello el fascismo inculcaba la obediencia de las masas (idealizadas como protagonistas del régimen) para formar una sola entidad u órgano socioespiritual indivisible. El fascismo utiliza hábilmente los nuevos medios de comunicación y el carisma de un líder dictatorial en el que se concentra todo el poder con el propósito de conducir en unidad al denominado cuerpo social de la nación.

El fascismo se caracteriza por su método de análisis o estrategia de difusión de juzgar sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo. Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda,[10] y los desplaza contra un enemigo común (real o imaginario, interior o exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran número de mecanismos de encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar materialmente una oclocracia que se constituye en una fuente esencial del carisma de liderazgo y en consecuencia, en una fuente principal de la legitimidad del caudillo. El fascismo es expansionista y militarista, utilizando los mecanismos movilizadores del irredentismo territorial y el imperialismo que ya habían sido experimentados por el nacionalismo del siglo XIX. De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo exacerbado que identifica tierra, pueblo y estado con el partido y su líder.

El fascismo es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales.
[editar] Razón, voluntad y acción

Casa del Fascio Di Reggio Calabria, de líneas arquitectónicas vanguardistas para los años veinte. Destaca la palabra Dux, en referencia a Mussolini, y las siglas del partido sobre la puerta.
Los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 fueron el escaparate del nazismo, siguiendo la estética neoclásica coincidente con el ideal de belleza aria, paradójicamente intercambiable con el contemporáneo realismo socialista por el que apostaba la Unión Soviética, cuyas autoridades también repudiaban el inicial vanguardismo de la Revolución. Algunas filmaciones de los juegos se deben a Leni Riefenstahl, que también dirigió la filmación del congreso nazi de Nüremberg de 1934, de impresionantes concentraciones y discursos, con el expresivo título de El triunfo de la voluntad.Las conexiones del fascismo con movimientos intelectuales —artísticos como el futurismo y otras vanguardias y filosóficos, como el irracionalismo y el vitalismo— supusieron en realidad, más que su influencia, su utilización y manipulación, que fue atractiva —en mayor o menor medida, con mayor o menor grado de compromiso o simple contemporización, y a veces con evolución posterior en contra— para muchas personalidades destacadas: italianos como Gabrielle D'Annunzio, Filippo Tommaso Marinetti, Curzio Malaparte o Luigi Pirandello;[13] alemanes como Martin Heidegger, Ernst Jünger, Carl Schmitt, Wilhelm Furtwängler o Herbert von Karajan; franceses como Robert Brasillach, Louis-Ferdinand Céline o Pierre Drieu La Rochelle;[14] españoles como Ernesto Giménez Caballero, Eugenio D'Ors, Agustín de Foxá, Pedro Laín Entralgo o Dionisio Ridruejo;[15] noruegos como Knut Hamsun, rumanos como Mircea Eliade; y estadounidenses como Ezra Pound. En concreto en el caso de Alemania, ocurrió con tópicos culturales como el del Übermensch de Nietzsche,[16] o incluso con las desviaciones pseudocientíficas justificadoras del racismo, como la eugenesia y el darwinismo social. La ciencia misma fue un principal objeto de consideración, encuadrada y subordinada de manera totalitaria al Estado y al Partido (de manera no muy diferente a como lo era en la Unión Soviética).

Como dice Isaiah Berlin, la Rebelión Romántica ha ido socavando los pilares de la tradición occidental ofreciendo como alternativa «la autoafirmación romántica, el nacionalismo, el culto a los héroes y los líderes, y al final... fascismo e irracionalismo brutal y la opresión de las minorías». En ausencia de reglas objetivas las nuevas reglas las hacen los propios rebeldes: «Los fines no son valores objetivos... Los fines no son descubiertos en absoluto, sino construidos, no se encuentran sino que se crean»... llega a inspirar la política del Estado: la ciencia aria consistía en un constructo social de modo que la herencia racial del observador «afectaba directamente la perspectiva de su trabajo». De ahí que los científicos de razas indeseables no resultarán admisibles y solo se podría escuchar a aquéllos que estuvieran en sintonía con las masas, el völk. La física debía ser reinterpretada para relacionarla no con la materia sino con el espíritu, descartándose así la objetividad y la internacionalidad de la ciencia.[17]
La incoherencia de los postulados no era ningún inconveniente: el antiintelectualismo y el predominio de la acción sobre el pensamiento eran conscientemente buscados. Incluso la modernidad estética inicial se llegó a despreciar (arte nazi y concepto de Entartete Kunst o Arte degenerado, quema de libros, estigmatización de determinados intelectuales o de colectivos enteros). Para Stanley Paine, lo que caracterizaba el ideario falangista (el movimiento equivalente al fascismo en España, fundado en los años treinta por José Antonio Primo de Rivera y que se transformó en un más complejo Movimiento Nacional con la guerra civil y el franquismo) eran justamente «sus ideas vagas y confusas».

El fascismo rechaza la tradición racionalista y adopta posturas de desconfianza en la razón y exaltación de los elementos irracionales de la conducta, los sentimientos intensos y el fanatismo. Se busca con todo cinismo la simplificación del mensaje, con absoluto desprecio por sus destinatarios:

La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas... Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad. 


Fascismo Ordinario es un documental soviético que Mikhail Romm, discípulo de Eisenstein, elaboró en 1965.

Mikhail Romm , logra hacer este magnífico documental basándose en materiales fílmicos provenientes de los archivos nazis.. El fascismo ordinario se presenta como un documento histórico dividido en una serie de capítulos, en los cuales se analiza el surgimiento del fascismo en Alemania como consecuencia de la gran crisis del capitalismo a finales de los años 20 y el auge del nazismo apoyado por el capital financiero alemán. Romm analiza mediante en un relato ameno e impactante, y muy irónico, el carácter populista del fascismo y el efecto de la propaganda vulgar y ordinaria en la psicología de masas, que llegó a extremos tales de hacer del ser humano simples máquinas de matar. Un documental que nos lleva desde el nacimiento del nazismo hasta su derrota gracias al heroico pueblo soviético que con las banderas del socialismo liberaron al mundo del yugo fascista, pero que sobre todo dirige su atención sobre el enemigo, sobre el enemigo pasado y sobre el enemigo futuro de los pueblos y los trabajadores.


 


 








nota eeste es el punto e vista sovietico no es mi punto de vista solo es una compilacion de material de la segunda guerra mundial.

tribuno
lmmb



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