14/10/10

para el que quiere saber mas: que son las parafilias:




Una parafilia (del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía:amor’) es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña. Suelen, aunque no necesariamente, suceder principalmente porque la persona que las practica ya ha tenido una cantidad muy elevada de placer sexual, que llega un momento en que lo poco no la satisface y quiere más y más de aquella actividad para sentir el orgasmo o excitarse. (Ver adicción)
Las consideraciones acerca del comportamiento considerado parafílico dependen de las convenciones sociales imperantes en un momento y lugar determinados. Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX, aunque hoy en día se consideran prácticas no parafílicas (siempre que la actividad del sujeto no se limite únicamente a ellas). Por ello resulta imposible elaborar un catálogo definitivo de las parafilias.
Las definiciones más usuales recogen comportamientos como el sadismo, el masoquismo, el exhibicionismo, el voyeurismo, la zoofilia, la coprofilia, la necrofilia, el fetichismo y el frotismo.

Parafilia vs. Erotismo
Cabe destacar que la práctica de algunas conductas sexuales inofensivas aunque poco comunes no implica una parafilia per se.[1] Por ejemplo cuando;
a) Estas prácticas sexuales no sean la única forma con la cual la persona alcanza goce sexual y puede obtener un orgasmo, sino que sean sólo una forma de sexo casual, voluntaria y no indispensable para la práctica sexual; por ejemplo, una pareja que practica el sadomasoquismo ó la asfixiofilia con cierta regularidad, pero pueden sostener relaciones sexuales normales si así lo desean. En estos casos el fetiche se convierte únicamente en una práctica erótica que "condimenta" la relación, pero no en la relación per se.
b) Si estas prácticas sexuales no causan daño físico, psicológico, económico, etc., a la persona que la practica ó a las personas que están involucradas en la práctica. Se torna patológica cuando afecta nocivamente de forma objetiva la vida de la persona practicante, de quienes lo rodean ó de la sociedad en general. Ejemplo: un sádico sexual es inofensivo en el tanto sus parejas, adultas voluntarias, participen consentidamente el acto sexual con las medidas de seguridad adecuadas. Se torna peligroso y parafílico cuando el sádico está descontrolado y se aboca a violar y torturar víctimas indefensas.
c) Cuando los involucrados son personas conscientes y voluntarias que participan del acto de forma consensuada. Esto, naturalmente, es imposible en algunas parafilias claramente transgresoras donde el objeto de placer del parafílico no está en condiciones nunca de dar su aprobación y la relación sexual siempre le causa daño; ejemplo, la pedofilia, la zoofilia, el froterismo y la somnofilia.
En síntesis no toda práctica erótica poco tradicional es una parafilia. Se torna como tal cuando deja de ser saludable y controlable por el individuo ó cuando es evidentemente destructiva e ilegal. Aquel que "guste de esposar a su pareja a la cama de vez en cuando" no es parafílico como si lo sería aquel "incapaz de tener relaciones si la persona no está esposada a la cama".[2]

Origen de las parafilias

Diferentes teorías se han postulado respecto a las posibles causas de la parafilia, especialmente porque se han registrado todo tipo de parafilias, algunas hasta por objetos y circunstancias claramente no sexuales.
El sexólogo Magnus Hirschfeld considera que la atracción sexual siempre se desarrolla con base a diferentes estímulos individuales del medio. En este sentido todo ser humano tiene "parafilias" ó "fetiches" normales y saludables como sería un hombre que siente preferencia hacia las rubias por sobre las pelirrojas ó hacia las delgadas por sobre las gordas, y viceversa. Estos patrones sexuales pueden incluir no sólo aspectos físicos sino objetos -ropa, lencería, uniformes, etc.- para Hirschfeld el fetiche se torna patológico cuando se sobrevalora uno de estos objetos individuales -como, por ejemplo, los zapatos.[3]
El psicoanalista Donald Winnicott consideraba el origen de los fetiches y parafilias en el objeto transicional. La tenencia de un objeto transicional es normal y sana en casi todos los seres humanos durante su niñez, pero en algunos casos se torna sexual. En todo caso la teoría del psicoanálisis considera que cualquier trauma infantil puede producir un impacto en el inconsciente que posteriormente se traduciría en una práctica neurótica ó perversa; es la proyección de la libido.[4]
Para algunos conductistas las parafilias y fetichismos son producto del condicionamiento clásico, cuando una persona está expuesta a una práctica sexual específica asociándola a un objeto, sujeto ó circunstancia de forma tal que la gratificación sexual se asocia a este condicionamiento. Es decir, de forma similar a como Pavlov logra que un perro asocie el sonido de una campana con alimento y esto hace que el perro salive, un fetichista es alguien que está condicionado para creer que un látigo en la espalda produce placer sexual.
La teoría de que las parafilias surgen por abusos sexuales no está del todo probada y se considera coloquial. La idea de que todos los pedófilos fueron abusados cuando niños no está del todo comprobada, aunque se han encontrado correlaciones entre personas que sufrieron abuso sexual y luego repitieron este abuso en otros, aún así ni todos los abusadores fueron abusados ni todos los abusados se vuelven abusadores. No obstante, en efecto, el psicoanálisis postula que los traumas infantiles pueden generar conductas patológicas posteriores, como la compulsión de repetición que podría explicar algunas parafilias. Algunos psicoanalistas incluso postularon teorías respecto a la correlación entre estímulos sexuales tanto placenteros como traumáticos en determinadas etapas del desarrollo psicosexual con ciertas parafilias, por ejemplo, el sadomasoquismo estaría en relación con la fase anal, ya que el sadomasoquismo encuentra placer en el control y la fase anal es aquella donde el niño obtiene goce erótico al lograr controlar su cuerpo, y así sucesivamente.

 

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