17/10/10

UNA REFLEXION: LA SOBERANIA PERSONAL


Es fundamental que podamos disponer de tiempo para reflexionar, para meditar sobre cuestiones de mayor o menor trascendencia, para nosotros mismos, para perderlo si es nuestro deseo. De lo contrario corremos el riesgo de convertirnos – si no lo somos ya – en espectadores pasivos y no en protagonistas de papeles de mayor o menor relevancia. Necesitamos elaborar nuestras propias respuestas a los interrogantes de nuestro entorno. No podemos actuar al dictado de nadie. Tenemos derecho y obligación de decidir, de aplaudir o de patalear, pero nada ni nadie debe arrebatarnos la ejecución personal de esas funciones. Aceptar la homogeneización y el gregarismo, por cómodos que resulten, es un riesgo muy real que debemos, a poca personalidad que tengamos, evitar a todas luces. Lo que seamos o dejemos de ser ha de ser por propia voluntad y no por aceptar moldes diseñados que responden a instancias ajenas con intereses inconfesables. Y, aunque suene a eslogan político de campaña electoral, tenemos que asumir el derecho a decidir porque nadie puede invadir las competencias que se derivan de nuestra “soberanía personal”.

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